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¿Por qué nos despertamos cada vez más temprano cuando nos hacemos mayores?

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– Según envejecemos reducimos nuestra actividad diaria, lo que hace que nuestra necesidad de descanso nocturno sea menor.

Con los años también aumentan las patologías relacionadas con el sueño

La respuesta a la pregunta sobre por qué uno se despierta cada vez más temprano según envejece es que se trata de una reacción casi fisiológica. Según vamos avanzando en edad, cada vez necesitamos menos horas de sueño. Un bebé empieza durmiendo aproximadamente unas 18 horas cada día, es decir, está casi todo el día durmiendo.

Cambios en los Patrones de Sueño con la Edad: Menos Horas, Más Despertares

Subtítulo: Un análisis detallado sobre cómo y por qué cambian nuestros patrones de sueño a medida que envejecemos.

A medida que envejecemos, nuestros patrones de sueño experimentan cambios significativos, adaptándose a las nuevas necesidades del cuerpo y respondiendo a cambios en el estilo de vida. Desde la infancia hasta la edad avanzada, la cantidad de sueño necesario disminuye gradualmente, con adultos mayores que tienden a tener sueños más superficiales y períodos de sueño profundo reducidos.

Los expertos señalan que aunque la cantidad de sueño puede parecer suficiente al sumar pequeñas siestas diurnas, la calidad del sueño nocturno puede verse comprometida debido a condiciones como el insomnio y la apnea obstructiva del sueño, que se vuelven más comunes con la edad. Estas condiciones interrumpen el sueño y reducen su reparabilidad, afectando la salud general del individuo.

Este cambio en la estructura del sueño no solo es una respuesta natural del cuerpo al envejecimiento, sino que también se ve influenciado por una disminución en la actividad física y social. Entender estos cambios es crucial para gestionar de manera efectiva la salud del sueño en los adultos mayores y para proporcionar las intervenciones adecuadas que puedan mejorar su calidad de vida.

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«Aunque los años traigan cambios, cada amanecer es una nueva oportunidad para vivir plenamente. Ajustar nuestras rutinas y entender nuestro cuerpo nos permite abrazar cada etapa de la vida con optimismo y gratitud.»

Cambian los Patrones de Sueño con la Edad: Desglosando la Relación entre el Envejecimiento y la Calidad del Descanso

Subtítulo: Un análisis profundo sobre los factores fisiológicos, las condiciones médicas y las variaciones en el estilo de vida que influyen en el sueño durante el envejecimiento.

A medida que envejecemos, los patrones de sueño de nuestro cuerpo experimentan cambios significativos. La calidad y cantidad de descanso varían a lo largo de la vida, desde el sueño ininterrumpido de un recién nacido hasta el sueño más ligero y fragmentado de un adulto mayor.

Los expertos explican que estos cambios en la calidad del sueño son parte de una respuesta fisiológica natural. Un bebé puede dormir hasta 18 horas diarias, mientras que un adulto sano necesita, en promedio, alrededor de ocho horas. Con el tiempo, esta cantidad tiende a disminuir y el sueño se vuelve menos profundo.

El sueño se divide en varias fases: las iniciales N1 y N2 representan el sueño superficial, seguidas por la fase N3, que corresponde al sueño profundo y reparador. Después, la fase REM (Rapid Eye Movement) es donde los sueños ocurren y también tiene un papel crucial en la restauración cognitiva. Con la edad, el sueño profundo N3 disminuye, lo que lleva a un descanso más ligero y despertares frecuentes durante la noche. Este cambio puede hacer que el sueño sea menos reparador, lo que a menudo resulta en una sensación de cansancio durante el día.

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Además de los cambios fisiológicos, el envejecimiento trae consigo una disminución en la actividad física y social, lo que puede contribuir a la alteración del sueño. Muchos adultos mayores pasan a una vida más tranquila, con menor participación social y sin el ritmo exigente de un trabajo de tiempo completo. Esto puede reducir la necesidad de un sueño nocturno prolongado, lo que a su vez lleva a despertar más temprano o experimentar episodios de cabeceo durante el día.

No obstante, estos cambios fisiológicos se ven acompañados por un incremento en las patologías relacionadas con el sueño. Dos de las condiciones más comunes son el insomnio y la apnea obstructiva del sueño. El insomnio puede manifestarse como dificultad para conciliar el sueño, despertares nocturnos frecuentes o despertar demasiado temprano. Por su parte, la apnea obstructiva del sueño, caracterizada por pausas respiratorias durante la noche, puede resultar en despertares abruptos y contribuir a un sueño fragmentado y de menor calidad.

Es fundamental que las personas mayores identifiquen cuándo estas alteraciones son normales y cuándo se convierten en problemas patológicos. El insomnio, por ejemplo, puede requerir tratamiento si interfiere con la capacidad de funcionar durante el día. Asimismo, la apnea obstructiva del sueño debe ser tratada, ya que puede tener efectos adversos en la salud cardiovascular.

El fenómeno de despertarse más temprano a medida que envejecemos puede explicarse a través de varios factores biológicos y fisiológicos que interactúan con los cambios en nuestros hábitos de vida y salud. Aquí te detallo algunos de los elementos científicos clave:

  1. Cambios en los ritmos circadianos: Los ritmos circadianos son ciclos biológicos de aproximadamente 24 horas que regulan numerosos procesos fisiológicos, incluido el ciclo sueño-vigilia. Con la edad, estos ritmos tienden a adelantarse, un fenómeno conocido como «fase avanzada del ritmo circadiano». Esto significa que las personas mayores tienden a sentir sueño más temprano en la noche y, consecuentemente, tienden a despertarse más temprano por la mañana.
  2. Alteraciones en la arquitectura del sueño: La estructura del sueño experimenta cambios significativos con la edad. Las fases del sueño profundo (especialmente la fase N3) disminuyen en duración, lo que puede llevar a un sueño más fragmentado y superficial. Además, la fase REM, que está asociada con los sueños más vívidos, también se reduce en personas mayores. Estos cambios hacen que el sueño sea menos consolidado y más susceptible a interrupciones, resultando en despertares más tempranos.
  3. Cambios en la producción de melatonina: La melatonina es una hormona que juega un papel crucial en la regulación del ciclo sueño-vigilia. La producción de melatonina disminuye con la edad, lo cual puede contribuir a dificultades para mantener el sueño durante la noche y a un despertar más temprano.
  4. Aumento de la sensibilidad a los cambios ambientales: Los adultos mayores suelen tener un sueño más ligero y por lo tanto son más sensibles a los factores ambientales como el ruido o la luz, lo cual puede causar que se despierten más fácilmente.
  5. Influencia de condiciones médicas y medicamentos: Con la edad, aumenta la prevalencia de trastornos médicos que pueden afectar el sueño, como el dolor crónico, la apnea del sueño, la enfermedad del reflujo gastroesofágico, entre otros. Además, ciertos medicamentos comúnmente utilizados por las personas mayores pueden alterar los patrones de sueño.
  6. Cambios en la actividad diaria y estilo de vida: Los cambios en la rutina diaria que a menudo acompañan al envejecimiento, como la reducción de la actividad física o el retiro laboral, pueden disminuir la necesidad de recuperación que proporciona el sueño, influenciando los patrones de sueño.

Estos factores combinados contribuyen a que muchas personas mayores experimenten un adelanto en sus horarios de sueño y despertar, adaptándose a un nuevo ritmo que favorece despertares más tempranos.

Afortunadamente, hay estrategias para mejorar la calidad del sueño, incluso en la edad avanzada. El mantener una rutina regular para acostarse, evitar la cafeína por la tarde y crear un entorno propicio para dormir, como un dormitorio oscuro y tranquilo, pueden ayudar. También se recomienda realizar ejercicio moderado durante el día para reducir la somnolencia diurna.

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Al comprender mejor los cambios fisiológicos y sus implicaciones, los adultos mayores pueden aprender a ajustar sus hábitos para optimizar el descanso. Cuidar de la salud del sueño es un componente esencial de un envejecimiento saludable.

Cuando cumplimos años vamos perdiendo horas de sueño; en Educación Infantil, niñas y niños duermen unas nueve horas durante la noche, y hacen un par de siestas, una por la mañana y otra por la tarde. Esas siestas también se van perdiendo, primero la de la mañana y después la de la tarde. Y, más adelante, la necesidad de sueño de un adulto es de unas ocho horas.

Cuando nos hacemos más mayores dormimos menos horas, pero además nuestro sueño es más superficial. El sueño consta de varias fases: las de sueño superficial, a las que llamamos N1 y N2, son las que se producen cuando comienza el sueño; en ellas pasamos de despiertos a dormidos. Después llega el sueño profundo, N3, y este es el sueño verdaderamente reparador, en el que descansamos y nuestro cerebro se cura. A estos dos periodos de sueño superficial y profundo los llamamos no REM (Rapid Eye Movement) y esto es porque no se producen movimientos rápidos de los ojos. Luego está la fase REM, en la que soñamos.

Al ir cumpliendo años, dormimos más tiempo en un sueño superficial y menos con sueño profundo y nos despertamos más. Y aunque al final en el día dormimos el mismo número de horas, tenemos menos horas de sueño nocturno.

Las personas de edad avanzada hacen más siestas durante el día, pueden cabecear un poco durante la mañana y hacer una siesta por la tarde. Si sumamos todo ese tiempo al de la noche, llegamos a esas ocho o nueve horas. Y además, muchas personas mayores se acuestan más temprano. Todo ello sumado, hace que se despierten antes y tengan la sensación de que se despiertan demasiado pronto.

Otro factor importante es que, según vamos cumpliendo años, reducimos nuestras actividades diarias, lo que hace que nuestra necesidad de descanso nocturno se reduzca. Todo esto, claro, si estamos hablando de la reacción fisiológica normal en una persona añosa que no tiene ninguna patología. Pero es que además, según cumplimos años, aumentan las patologías relacionadas con el sueño. Las dos más frecuentes son el insomnio y la apnea obstructiva del sueño.

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El insomnio se produce cuando una persona no es capaz de quedarse dormido, se despierta con frecuencia o demasiado temprano, pero no como una reacción fisiológica normal de la edad, sino como algo patológico. Si las horas que duerme esa persona no son suficientes para su descanso, hay que estudiar si hay algún problema y, como digo, la causa más frecuente es el insomnio. La segunda causa más frecuente es la apnea del sueño, que son las paradas respiratorias que se producen durante la noche. Según cumplimos años, hacemos más pausas respiratorias durante la noche y esas pausas interrumpen nuestro sueño, nos producen despertares durante la noche, lo que hace que nuestro descanso sea más superficial y menos reparador. En el caso de las mujeres, están muy protegidas ante esta patología antes de la menopausia, pero después es también muy frecuente.

En cualquier caso, volviendo a la respuesta fisiológica normal del cuerpo humano cuando nos hacemos mayores, la cuestión es que solemos pasar de un tipo de vida hiperestimulada por el trabajo y por las relaciones sociales, a, por ejemplo, cuando nos jubilamos, una situación de vida mucho más organizada en la que, generalmente, respetamos mucho más las horas de descanso. Entonces ya no tenemos esa necesidad de periodos más largos de descanso, dormimos bien y cuando nos despertamos podemos levantarnos a una hora adecuada, no necesitamos quedarnos en la cama para alargar el sueño.

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